11 de septiembre de 2010

Maupas (3109 mts) y Boum (3006 mts) por el valle de Lys

La reseña de Quique
“XXX”El valle de Lys es verde, verde, pero está muy lejos. Rafa y yo hemos de atravesar el túnel de Viella, y tras comer en una terraza en Bossost pasamos a Francia a través del Coll del Portillón, donde comprobamos los efectos devastadores sobre el bosque de la ciclogénesis explosiva del último invierno. Recién comidos, y con un calor espantoso comenzamos la ascensión hacia el lejano refugio de Maupas. “XXX”El sendero nace nada más cruzar el río, junto al parquin. Se introduce en un espeso bosque trazando un zigzag casi perfecto, conservando siempre la dirección Sur. Al salir del bosque, junto a un árbol caído y gracias a unas referencias leídas en algún blog, encontramos un desvío, tomándolo a la izquierda (SE), desvío que de no saberlo queda oculto por el cepellón del árbol.
“XXX”Atravesamos unos praderíos y volvemos al bosque. Sobre los 1700 mts, teniendo enfrente el pico Sacroux y la cresta que lo une al Mall Pintrat (tan cerca de Benasque, y al mismo tiempo tan lejos) giramos a la derecha en dirección O. Llegamos al final del bosque hacia los 1900 mts, en el llano de Prat Long, con su cabaña y a la vista ya del teleférico industrial de EDF -Electricité de France- que ya no nos abandonará hasta llegar al refugio. Ahora el camino intenta superar la ladera norte en continuas y mareantes lazadas, siempre en la vertical de Prat Long.

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Por fin, y después de 3 h 45 min. Llegamos al refugio, diminuto y precario, pero con el encanto de otros tiempos y la amabilidad de sus guardas, Yvette y Patrick. La reducida planta se distribuye en un pequeño hall, la cocina, el comedor y el departamento dormitorio, con tres baldas corridas, a la antigua usanza (recuerdo el Forcau de hace 25 años…) Creo que habrá unas 30 personas, todos franceses menos Rafa, yo y, ¿de dónde habrá salido?, un israelí.
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“XXX”Lo más curioso del refugio es el WC, un cubículo separado, con el frente totalmente abierto, no sólo sin puerta, ni siquiera sin pared, frente a un cortado. Poco íntimo pero con vistas espléndidas. En el lateral hay un cartel con dos caras, "libre" y "occupé" para que el usuario lo gire a conveniencia. Con todo, las sorpresas están garantizadas.
Nos registramos, cenamos el consabido plato de pasta con cordero, apretados en el comedor abarrotado y la tertulia con nuestros vecinos de mesa es inevitable. Conversamos con un francés, aspecto de guía, que mañana escalará la arista E. del Crabioules por la aguja Jean Garnier. Su silencioso acompañante sonríe y asiente de vez en cuando ¿será su cliente? También con dos chicas de Saint-Gaudens, aspecto sobrio y decidido, que mañana irán al Maupas y que acostumbran a ir solas. El resto parecen senderistas mal equipados y peor experimentados. La conversación se centra en el “mauvais pas” que da nombre el pico, unas placas lisas que suponen la única dificultad de la ascensión.

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“XXX”Tras la cena, dado el reducido espacio, salimos para afuera. Ascendemos un pequeño promontorio encima del refugio y descubrimos un paisaje maravilloso. A nuestros pies el desolado Laguito d’Enfer rodeado de ruinas industriales.
Estamos en un auténtico mirador sobre el Valle de Lys, justo en la zona media, con lo que la perspectiva es completa. Un circo de enormes cumbres se eleva sobre nosotros. Petit y Grand Quayrat, Lezat con sus cuatro agujas, Crabioules, con las muy individualizadas puntas Mamy y Laq, las agujas Rabadá y Navarro, y la cima del Maupas que emerge por detrás de la Tusse de Maupas. Este invierno fue muy nivoso y todavía quedan abundantes neveros al pie de las cumbres. El glaciar de Crabioules, frente a nosotros, se yergue con una verticalidad imposible. Las morrenas de la Pequeña Edad del Hielo se distinguen perfectamente. Más abajo el verde lo invade todo. Poco a poco el sol se ha ido. Tan sólo unos rayos oblicuos alumbran el edificio de la cercana estación de Superbagneres. Todo este conjunto ofrece una visión que no creo que olvide nunca. Ya dice Rafa: “Son muchos los que miran, pero pocos los que ven”. Nosotros, por encima de las vastas laderas abruptas y desoladas, adivinamos el Gran Glaciar pleistocénico que cubría todo el valle de Lys, adivinamos el esplendor de sus hielos, grietas y rimayas, morrenas laterales y terminales y nos resistimos a ver los efectos del discutible cambio climático.

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Volvemos al refugio y nos cruzamos con el israelí, completamente aislado porque no habla francés. Rafa le saluda en inglés y se nos pega como una lapa, el pobre está siguiendo una travesía con una mapa poco más que de carreteras y no tiene ni idea de los collados. Rafa pregunta a los guardas, en francés, el estado de la nieve por los collados y se la traduce al israelí. Ante nuestra amabilidad se atreve a preguntar si puede venir con nosotros, así, sin botas ni piolet ni crampones y con una mochila de 30 kgs. Los curiosos franceses que asisten a la conversación, nos dicen que ni se nos ocurra. El israelí, digno y resignado, acepta estoicamente la evidencia. 
“XXX”En el dormitorio ocupamos nuestros lugares. A Rafa le toca junto a una de las chicas de Saint-Gaudens, a mí junto a un sujeto con pinta ruda y completamente calvo que parece un domador de circo antiguo. Con semejante compañía me cuesta, pero consigo dormir.
Después de desayunar empezamos la marcha hacia el sur, justo por detrás del refugio. Los mojones son abundantes por lo que la progresión, alternando praderío con zonas de granito, es fácil.
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Sin darnos cuenta hemos llegado a un nevero, encima del cual se encuentra el famoso “Mauvais Pas” que cierra el paso al pico. Rápidamente dejamos la nieve atrás y sin dificultad trepamos al citado paso que une la Tusse con el Pico.
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Estamos a 2800 más o menos. Pasamos a la ladera Oeste, siguiendo los hitos, que tras un buen pedregal nos alzan a la cima del Maupas (3109 mts). Nos sorprende aparecer en un lugar tan conocido habiendo accedido por una ruta completamente nueva para nosotros. Abajo, el Valle de Remuñe con sus dos laguitos, en los que 15 días antes me estaba bañando. Una sensación extraña, me siento como si estuviera en casa, pero al mismo tiempo muy lejos de ella. El Perdiguero, justo enfrente con su nevero norte prácticamente desaparecido, y que este año ha vuelto a renacer. El Crabioules, desde aquí parece una aguja inexpugnable, pero distinguimos al “guía” y su cliente, colgados en mitad de la cresta.
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Sólo tres franceses han llegado a la cima, justo después de nosotros y compartimos el panorama. El resto de ellos han naufragado en el minúsculo nevero y los que han podido atravesarlo, no han superado el “mauvais pas” ni las alternativas que han intentado buscar. Zapatillas, bañadores, sin crampones, sin piolet. Y eso que los españoles tenemos fama de no ir equipados.
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Comenzamos el descenso por el mismo itinerario y nos cruzamos con una de las chicas de Saint-Gaudens, que también consigue cima. Al llegar al mauvais pas nos detenemos para ver la posibilidad de ir hasta el lejano Pico del Boum. Sutilmente intento convencer a Rafa de que este pico lo podemos intentar desde Benasque en cualquier momento, pero no hay manera. Últimamente Rafa está pletórico de fuerza y de coco, así que decidimos poner manos a la obra. El Boum se encuentra lejos, al Este, al final de una afilada cresta que lo une con el Maupas. Yo ya subí hace años por la vía Nariño desde Remuñe, con Pedro, pero le he prometido a Rafa acompañarle.

“XXX”Nos calzamos los crampones y nos adentramos en el glaciar, sorprendentemente blanco a estas alturas de la temporada. Rafa sigue mis huellas con cierta dificultad, dice que yo voy rápido. Ya le tocará a el abrir vía cuando lleguemos a la roca. Prácticamente sin perder altura avanzamos bajo la cresta en dirección al contrafuerte NE que se desgaja de la montaña del Boum. Una vez rebasado volvemos a ascender al Sur por una vaguada entre este pico y el de Mall Barrat a nuestra izquierda. Se abre sobre nosotros una pedrera que da acceso a la montaña.

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“XXX”El Boum es uno de esos picos negros que producen repelus. No sé por qué, pero no me gustan los picos negros. Nos cruzamos con tres franceses que descienden de la cima. Nos dicen que falta poco, que es fácil. Que nos demos prisa, que el tiempo va a cambiar.... Seguimos a nuestra marcha, pasamos junto a una placa que recuerda a un montañero fallecido de nombre Alexis. No me gustan los picos negros, y menos con lápidas. Un paso algo aéreo y posteriormente una corta chimenea nos depositan sobre la cima del Boum (3006 mts). Los tres franceses ya vuelven por el glaciar, muy por debajo de nosotros. 
“XXX”Un zumbido que enseguida reconocemos antecede la visión de un helicóptero que nos sobrevuela reconociendo muy detenidamente el terreno. Es tan tenaz en su búsqueda casi inmóvil que nos preguntamos, dado lo tardío de la hora, si nos buscará a nosotros, que somos los últimos que debemos quedar por la montaña. Nos movemos para dar sensación de normalidad, pero el helicóptero sigue rastreando minuciosamente el terreno, está claro que busca a alguien.
Descendemos por el mismo itinerario. Sopesamos la idea de acortar algo descendiendo directamente al lac Blue, que se encuentra relativamente cerca, pero no nos complicamos la vida y volvemos sobre nuestros pasos hasta llegar a las huellas de los franceses que seguro vuelven al refugio. Nos cuesta un poco encontrar la línea de hitos, pero por fin lo logramos.
“XXX”El helicóptero sigue su rastreo sistemático. Atravesamos morrenas, dejamos atrás neveros, y por fin empieza a aparecer de nuevo la hierba. Una perdiz nival de buen tamaño nos sorprende, tan enorme que le cuesta emprender el vuelo. Los hitos están repartidos generosamente por el itinerario y llegamos al refugio sin novedad, pero unos gritos nos reciben: “eux!, il sont eux!, ils sont revenus, les montagnards!” Ya está, pensamos, los desaparecidos somos nosotros, pero no, el motivo es más prosaico: Yvonne, la guardesa, espera inquieta al “guía” y su compañero que salieron temprano sin pagar y no han vuelto. ¿habrá un cobrador del frac alpinista?
“XXX” Más cordial es el recibimiento del israelí que corre a saludarnos. Ha seguido nuestros consejos y ha hecho excursión por los lagos Bleu y Vert. Pronto llega el "guía" moroso e Yvonne recupera la sonrisa.
Un pequeño descanso, un refresco, y para abajo. Nos quedan 1300 mts de bajada. Se hace menos pesado de lo que pensábamos. Llegamos al parquin en 2 h 30 min. Nos encontramos con las dos chicas de Saint-Gaudens. Nos preguntan que tal ha ido la excursión, y acabamos charlando plácidamente frente a unas cervezas (sobre todo Rafa por eso de que es el que domina el idioma).
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Nos enteramos de las últimas noticias. Resulta que el “domador” era uno de los senderistas en bañador que no han podido subir al pico. Obstinado, ha intentado ascender por la pared, se ha caído y altivo, pero herido en su orgullo, completamente cabreado le dice a su mujer que se va a los lagos. Se marcha sólo. La mujer y el resto regresan, pasan las horas, no vuelve, pasan más horas, llamada de socorro, helicóptero, búsqueda desesperada … el “domador”, en vez de regresar al refugio ha continuado el descenso y está plácidamente en el bar. Su cerveza le costará muy cara al CAF, pues aunque no lo merezca, está federado. Terminamos la conversación con las chicas y nos despedimos. Es curioso, hemos hablado con mucha gente pero no sabemos el nombre de nadie.
Carretera y manta hasta Villanova, donde nos espera Ana con una cena a base de huevos fritos. Bonito final.
Agosto 2010. Enrique, Rafa.

17 de abril de 2010

Abril 2010 Comodoto

La reseña de Quique
Collado a 1860 mts.
A veces, para admirar una gran montaña, mejor que ascenderla, es alejarse un poco, y perder altura. Así valoraremos la verdadera dimensión de ella. Fernán, Carli, Rafa, y yo partimos del pequeño parquin situado en la parte superior del pueblo de Espierba, en el valle de Pineta.
Comenzamos la marcha por una pista con una barrera. Pronto dejamos una bifurcación a la izquierda, internándonos en el bosque. La pista sube pausadamente mientras describe algunas lazadas.
Nos ponemos las raquetas
Tomamos algunos “alcorzes” (atajos) y la nieve aparece, aunque algo dura, por lo que la progresión es fácil.
Casi sin darnos cuenta llegamos a un amplio collado con vistas al vecino valle del Río Real o Chisagüés. Unas bordas y unos coches aparcados junto a la pista que recorre el valle 400 metros más abajo nos recuerdan itinerarios de hace años hacia Robiñera o hacia La Munia.
Rafa en los LLanos de Due
Seguimos la marcha en dirección Norte por unas suaves lomas nevadas, dónde los últimos pinos negros resisten las inclemencias invernales. Poco a poco la vegetación desaparece. Hacemos un descanso para comer algo y colocarnos las raquetas. ¡Qué sensación la de desplazarnos con estos inventos!. Los pasos son más largos y acompasados, lo que unido al uso de alzas hace que la marcha sea rápida y regular.

Rampas hacia la cresta de Comodoto
Visto y no visto nos plantamos al pie de la última subida, considerablemente más empinada. A la izquierda las fajas rocosas del valle de Pineta, culminadas por las Tres Marías.
A la derecha el Robiñera, que oculta la cima entre la bruma.

En el último tramo prescindimos de las raquetas, pues aparece algo de roca.
Cuando ya casi estamos, el fácil Comodoto quiere mostrar algo de fiereza, interponiendo una estrecha arista nevada con impresionantes laderas hacia ambos lados.
Arista cimera
Una auténtica arista tipo Alpes, con trinchera y todo, producida por las huellas de los que nos precedieron.
Fernán, al fondo circo de Pineta
Comienza el descenso, al fondo Astazous
Cima a 2354 mts, solo falta Pedro
Sin más sobresaltos llegamos a la cima, donde encontramos dos montañeros que han subido un poco antes que nosotros. La vista, increíble: Tres Sorores, Balcón de Pineta, Robiñera…. La muralla de Pineta con aludes en cada una de sus canales. En fin, una maravilla.
Collado Puertas y Robiñera


Quique y Carli















Tenemos que marchar, el viento helador nos echa del lugar y comenzamos el descenso con rapidez.
Nos detenemos en un abrigo rocoso hacia los 2000 m. Echamos un bocado, y ese cafecito que siempre lleva Rafa consigo.
Continuamos descendiendo por el bosque, primero de pino negro y luego de pino rojo.
Entre los árboles, las omnipresentes murallas de Pineta, todas blancas. Sin darnos cuenta hemos llegado a Espierba. Un día precioso.

Las nubes caen por las murallas septentrionales
En esta ocasión, las fotos son de Fernán y Carli, la cámara de Rafa no ha soportado más inclemencias.  

Fernan, Carli, Rafa, Quique.



Últimas vistas del Comodoto desde los bosques de pino negro

5 de abril de 2010

Ainielle

              
Anais P. Layed me regaló este poema
El sol durmiendo en la ternura de tus manos,
abrazándome ambos, junto al murmullo herido
de una intensa tormenta de hojas amarillas
esparcidas por el viento.

Estoy cansada del camino, Ainielle.
Me empalaga la soledad aullante de tus árboles,
el aroma húmedo del vacío.
Las ardillas se esconden asustadas
en el cielo sangrante de mis miedos.              


23 de marzo de 2010

Juan Luis

Agüerri, 1988
Hoy hemos tenido una sorpresa, un comentario entrañable de Juan Luis, que comenzó subiendo montañas a nuestro lado y pronto nos dejó buscando atajos imposibles por la roca vertical. Hoy se merece esta entrada por alpinista-escalador-esquiador pero, por encima de todo, por ser uno de los seres más equilibrados que conozco.
Alicia, Juan Luis, Rafa, Marta, Quique

Morata, 2008












Entre una y otra foto han pasado 20 años y, como los glaciares, la ablación de los años nos ha mantenido entre la fusion y la sublimacion.

14 de marzo de 2010

Mar 2010 Pico de Canal Roya

Circo d'Aneou
La reseña de Quique
Son poco más de las 8,30 h. Nos encontramos en el pequeño parquin junto a la zona pastoril del circo de Aneu, junto a la frontera del Portalet. Hemos madrugado lo suficiente como para llegar a este lugar antes que los cientos de esquiadores que se dirigen a Portalet. Un pequeño tentempié mientras nos ponemos las botas y polainas, y prácticamente a las 9 h comenzamos la marcha cruzando la carretera y tomando la ruta profusamente pisada que nos lleva hacia el oeste.
Campo de avalanchas
La mañana está fresca (-5º), y la marcha se hace agradable, sobre todo por que la nieve se encuentra lo suficientemente apelmazada como para no hundirnos apenas. Varios grupos de esquiadores de montaña caminan a la par nuestra. Son franceses, y hay alguno con bastante edad, cosa que nos gratifica. A nuestra izquierda van quedando el Campanal de Aneou, el Cuyaralet, y el pico de Aneou, que intentamos sin fortuna el año pasado. La ruta avanza inexorable hacia nuestro objetivo, el pico de Canal Roya, una elevación de la cresta a la izquierda del collado de Gradillère.
Avalancha del Pène de la Glère
Rafa, siempre en cabeza, y algo distanciado de Fernán y de mí, va bastante rápido. Hacemos un pequeño descanso a la altura del esbelto Pène de la Glère. Grandes avalanchas han caído este invierno en este circo formado por el pico citado, Peña Blanca y Pico Canal Roya.
Cordal fronterizo
El Midí d'Ossau siempre presente
Proseguimos la marcha, alejándonos de la ruta transitada que va al collado de Gradillère. Demasiada gente por delante y por detrás. Ahora, al no haber huella, se avanza con más lentitud. También la pendiente se va acentuando, pero la sensación de soledad le da un ambiente mucho más alpino a la ascensión. Vamos buscando la divisoria hacia el oeste, ya que no tenemos muy claro cual es la cota. Al llegar al filo de la cresta descubrimos a nuestros pies la fantástica Canal Roya, y todos los emblemáticos picos de esta zona, presididos por la cara norte del Anayet. La cima se encuentra a nuestra derecha.
Cima del Pico de Canal Roya
Avanzamos por la estrecha arista, con importante cornisa a la izquierda, pero sin problemas, por lo que rápidamente estamos en la cumbre (2345 m) Un montón de franceses en la cima. Al poco llega una pareja de hermanos de Pamplona. Cambiamos fotos por orejones. El ambiente alpino es magnífico. La vista inconmensurable, sobre todo al norte con la mole del Midi. Nieve y más nieve por todos los sitios. El frío es intenso y penetra en los huesos, por lo que al poco decidimos emprender el descenso, pero esta vez por el norte, hacia el collado de Gradillère, por donde sube una verdadera procesión. Casi todos españoles. Los franceses hace rato que han comenzado el descenso. Hay que madrugar más.
La bajada no tiene mayor historia. Al llegar al collado, seguimos las abundantes huellas que nos llevan de nuevo hacia el valle. El descenso se hace especialmente relajante. Fernán hace fotos constantemente. Se le ve que disfruta. Rafa también contento. Yo, que os puedo contar, a tope. Al poco rato hemos llegado al coche. Nos preparamos y vuelta para Zaragoza, antes de que los esquiadores nos saturen la carretera (son las 15,30 h). En el viaje de vuelta compra de chocolates en Hostal de Ipiés, y cerveza y café en el vetusto, pero con un sabor especial, hostal, el cual hacía muchos años que no visitábamos. Corta pero precioso salida invernal. Tiempo y vistas espectaculares. Para repetir en esta zona. Rafa, Fernán, Enrique.